Archivo Lalicuadora: Sorbete de limón, un método pro-orden y anti-procrastinación (julio 2017)

Carla Bonomini
7 min readJun 19, 2020

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¿Alguna vez sentiste
que tenías tantas cosas en mente
y tantas tareas por hacer
que te desbordabas
y terminabas no haciendo nada?

Jamás me caractericé por ser una persona ordenada. De chica mi habitación era una montaña de ropa, juguetes, papeles y quilombo en la que yo siempre encontraba todo, pero que a los ojos de los demás se veía desastrosa. ‘Caos en la habitación es caos mental’ me decía mi mamá, irritando muchísimo a mi yo infantil/adolescente de entonces. ‘ES MI CUARTO MAMÁ, DEJATE DE JODER, QUÉ TIENE QUE VER’ le ladraba. Hoy a los 27 puedo decir que madre (oh sorpresa) tenía mucha razón.

Viviendo sola aprendí la importancia del orden físico para alcanzar y mantener el mental. Empecé a observarme y analizarme tanto a mí misma como a mis acciones y noté que cuanto más desorden tengo en mi placard, mi habitación y mi cocina, más quilombo se traslada a mis tareas, mi rutina y mi cabeza. ‘Caos en la habitación es caos mental’, es verdad, y planeo irritar a mis futuros hijos hasta el cansancio con esta verdad heredada. Gracias tardías, má. Al final lo entendí.

Pero tener la casa ordenada, si bien ayuda muchísimo, no alcanza para tener todos los patitos simétricos en la estantería cerebral. Me considero una persona en constante búsqueda de armonía, y es por eso que de a poco empecé a desarrollar mis propios métodos personales para mantener específicamente el orden mental. Invento estos ‘truquitos’ porque me sirve mucho tener una estructura de la cual agarrarme para orquestar mi orden, y si bien no aplico cada método todos los días, los uso como salvavidas cuando siento que el caos está empezando a apoderarse de mí nuevamente.

Hoy tengo ganas de compartirles un método que me estuvo haciendo muy bien las últimas semanas para alcanzar el orden de mi cabeza. En realidad es una combinación de dos submétodos, la cual en un rapto nerd decidí llamar Sorbete de Limón*.

¿En qué consiste el Sorbete de Limón? Es la conjunción de dos tareas: hacer un junk journal y armar una lista cruzada. Les explico cada una a continuación:

Paso 1: Junk journal

La técnica de junk journaling no es mía, la conocí en un libro de Julia Cameron que se llama ‘El Camino del Artista’. Ella las llama Morning Pages, el nombre que elegí yo viene del inglés ‘junk’ (basura) y ‘journal’ (diario, agenda). Un Junk Journal es básicamente un cuaderno en el que tenés que depositar toda la basura diaria que juntás en la cabeza. Se basa en dedicar tres hojas a escribir LO QUE SEA que se te venga a la mente (pensamientos, actividades que tenés por delante, preocupaciones, sueños, deseos, broncas acumuladas, lo que se te ocurra). La idea es desagotar el cerebro para liberar espacio… ¡Y funciona! Se siente como si pudieras acceder a la oficina de Dumbledore para usar su pensadero y dejar en él hilitos mentales. Es un regalo para la mente, y lo único que se necesita para acceder a él es un cuaderno a estrenar, una birome y diez minutos de silencio por la noche. Nada más.

Una vez que termino mis tres hojas de junk journaling y logro vaciar mi cabeza del ruido del día me encuentro en un estado casi meditativo: no hay ruidos en mi mente y siento que nada es tan difícil como parece, que el mundo está lleno de oportunidades y que todo es posible si me lo propongo. Es por eso que, aprovechando ese estado de pseudo nirvana motivacional, paso al punto dos del Sorbete de Limón.

Paso 2: Lista cruzada

¡Este sí lo inventé yo! Me encantan las listas, soy como Rob de High Fidelity y todo necesito bajarlo a ítems. Por eso una vez que tengo la cabeza descargada post junk journal y que dejé fluir y bajar a papel todas las cosas que andaban girando por ahí, tengo el terreno mental preparadísimo para armar una lista con todas las cosas que quiero lograr al día siguiente.

¿Y cómo lo encaro? Agarro una birome y un papel (me parece importante que no sea un celular o una compu ya que es un momento de desconexión) y me siento a anotar en ítems todas las tareas que me gustaría desarrollar al día siguiente. Desde la más chiquita hasta la más grande, incluyendo hobbies, actividades laborales y lo que sea que me venga a la mente. Acá les dejo a modo ilustrativo un ejemplo de una lista que armé unas semanas atrás (la tipeé porque no iban a entender nada mi letra de frenesí catártico):

Una vez que escribí todas esas cosas y cositas que quiero llevar a cabo al día siguiente, dejo esta lista para pasar a la próxima. Esta segunda lista se hace solamente UNA vez, y se utiliza de referencia constante todos los días. La misma consiste en una serie de palabras con las temáticas que más te importaría trabajar todos los días. Mis palabras clave, por ejemplo, se ven así:

Esta segunda lista, como les comenté recién, la hago una sola vez y la uso para comparar siempre con la primera lista, que es variable día a día.

Pongo ambas listas al lado y las comparo, marcando cuántas de las actividades de la primera entran en las categorías de la segunda. Por ejemplo si en la primera lista anoté ‘salir a correr’ y ‘análisis de sangre’, en la segunda lista le anoto dos palitos a salud. ‘Vacunar a tyrion’ e ‘ir al super’ son tareas de la casa, así que anoto dos palitos a ese item. ‘Terminar Shingeki’ es hobby, y así.

Cuando termino de cruzar las dos listas me queda una radiografía exacta de las cosas a las que estoy dándole más foco en mi día, y eso es un recurso invaluable para encontrar un balance. A veces estoy muy mambeada con el laburo, por ejemplo, y me doy cuenta cruzando listas de que el ítem ‘Laburo’ tiene 10 palitos y el ítem ‘Hobby’ ninguno. Entonces me pongo a pensar qué tareas recreativas me gustaría hacer ese día para balancear, y las sumo a la lista. También me pasa que muchas veces ‘afectos’ queda vacía, porque entre las tareas que tengo que hacer y la vorágine del día me olvido de contemplarlos. En esos casos sumo un ‘llamar a la abuela a ver cómo está’, ‘decirle a tal persona que la quiero’ o algún ítem por el estilo. Son cosas obvias y pequeñas que uno suele pasar por alto, y el hecho de poder ver el cuadro completo del día (al menos a mí) me hace notar el error y solucionarlo.

Cruzar las listas también me sirve para avanzar en objetivos grandes de mi vida, como por ejemplo eventualmente mudarme a Berlín. Como es algo que quiero hacer en un par de años, corro el riesgo de dejarme llevar por la cotidianidad y no hacer nada para lograrlo. Pienso que ‘falta un montón’ ‘es un objetivo demasiado enorme’ o ‘no hay nada que pueda hacer hoy al respecto’, y todo eso es falso, falso y falso. Colocando el ítem ‘Berlín’ en mi lista me aseguro de que todos los días voy a hacer algo, aunque sea ínfimo, para avanzar en esa dirección. Por ejemplo: preguntarle a mi tía abuela sobre mi árbol familiar para ver por dónde puedo sacar la ciudadanía europea. De esta forma (algo freak pero eficiente, que podría ser el título de mi autobiografía) me aseguro no dormirme en la rutina y poner todos los días un poquito de mi foco en cada una de las cosas que me importa nutrir a diario.

DICHO TODO ESTO, y en resumen, el Sorbete de Limón sirve para:

-Saber qué querés. Me pasó de bajar a papel toda la mugre de mi cabeza y así enterarme de que, por ejemplo, andaba con ganas de empezar un terciario en diseño gráfico. Son esas cosas que quizás pensás durante el día, que después la cotidianidad tapó, y que vuelven cuando te decidís a hacer silencio y dejar fluir tus pensamientos. Por eso es ta(aaaaaa)n importante hacer el junk journal antes de empezar con las listas.

-Ordenarte. Es mucho más fácil llevar la vida si te la planteás de manera organizada cuando estás tranquilo, tenés la cabeza fresca y sabés bien claro qué cosas querés lograr. Después en el quilombo del día lo único que te queda hacer es seguir las órdenes de una versión de vos mucho más calmada y sabia que la que está corriendo el bondi sosteniendo la SUBE en una mano y mandando mails desde el celular en la otra.

-No dejar que la procrastinación se lleve lo mejor de tus días. Si arrancás la mañana con una lista de cosas para hacer, es más probable que tengas la motivación para terminarlas hacia el final del día. Así te imponés pequeños objetivos diarios que sabés que van a llevarte hacia una misión mayor (gamification, baby), y los hacés con más ganas.

Estos 20 minutos nocturnos son clave para ordenarse en momentos de caos mental. No digo que sea algo para aplicar todos los días, pero si sienten que están enquilombados en general o que necesitan probar algo nuevo para alcanzar sus metas y objetivos, les diría que le den una chance al Sorbete de limón al menos por una semanita. Se trata de invertir nada más que 20 minutos por noche, y van a ver cómo eso influye contundentemente en su día a día. Después me cuentan cómo les va.

*Para los non-potterheads: ‘sorbete de limón’ es una de las contraseñas para ingresar a la oficina de Albus Dumbledore en Harry Potter y la Cámara Secreta. En mi mente, cuando me dispongo a organizarme con este método, estoy entrando en esa oficina a hacer uso y abuso del pensadero y sus incontables beneficios.

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Carla Bonomini

navegando la dicotomía de mi sensibilidad estructurada